El hecho de llevar a Álvaro a la guardería ha contribuido a algo que me preocupaba bastante: no es ni más ni menos que el hecho de relacionarse, ya sea con mayores o niños.
Hasta este momento, ya os he comentado en alguna ocasión que sólo quería estar conmigo o con su padre, pero poco más.
Cuando se encontraba con alguien conocido o no conocido se ponía a llorar y se refugiaba en nosotros, por lo que quedar con amigos o hablar con alguien se convertía en un trauma, sobretodo para nosotros, que no entendíamos porque se comportaba así.
A pesar de ir todos los días al parque y estar en contacto con más niños y padres, esta actitud no parecía mejorar y hasta incluso se lo llegué a comentar al pediatra, pero no le dio importancia y me dijo que era pronto y que hay niños que les cuesta más.
Ahora os puedo decir que estoy muy contenta porque Álvaro ha cambiado mucho en ese sentido y espero que en unos meses sea aún mucho mejor.