Uno de los grandes problemas a los que nos tenemos que enfrentar los padres cuando tenemos un hijo es al hecho de determinar con quién le dejaremos cuando la mamá se tenga que incorporar al trabajo y no pueda estar todo el día con el pequeño.

Las opciones son muy reducidas por regla general: niñera (ya sea canguro o abuelos) o guardería (también llamada escuela infantil).

Así, a la angustia de una separación física del bebé, se une el problema de buscar el centro infantil o guardería que más se adapte a nuestras necesidades y, sobre todo, que tengamos la seguridad de que nuestro hijo va a estar bien cuidado.

Para muchas madres, esto se acaba convirtiendo en una verdadera obsesión, ya que durante muchos meses ha estado junto al bebé en todo momento, por lo que la separación y todas las incertidumbres que esto genera pueden llegar a afectar a otros aspectos de tu vida cotidiana.

Considero muy importante el hecho de que mi bebé vaya a la guardería, ya que le ayudará a relacionarse con más niños, a compartir juguetes, a adquirir una disciplina diferente a la que recibe en su casa, en definitiva, un buen método de sociabilización y estimulación de mi pequeñín. Pero esto no quita que me agobie el hecho de separarme de él durante unas horas y de que esté segura que está en buenas manos.

Mi marido y yo nos estamos planteando la posibilidad de llevar a Álvaro a la guardería a principios del próximo año, pero antes tenemos que ver las opciones y decidirnos a cuál le llevamos.