Con la llegada del verano es una buena idea pensar en libros que nos proponen actividades y manualidades. Están los libros de coloring, muy de moda, los libros de manipulación de papel y papiroflexia, para fomentar las habilidades manuales y la creatividad plástica, así como las lecturas de toda la vida.

Hay otra propuesta muy interesante que es libros que explican actividades para realizar al aire libre, como 150 actividades para jugar sin pantallas. Una forma ideal para que los pequeños conozcan el medio, tengan la edad que tengan. Esta es una de las ideas que hay detrás de algunos métodos como el de Montessori en educación infantil. Se trata de que los pequeños interactúen y aprendan a relacionarse con su entorno de una forma directa, sin intermediarios ni aprendizajes teóricos. Es una forma de desarrollarse que tiene en cuenta y que da mucha importancia a la experimentación manual de los pequeños.

Son actividades para descansar de las pantallas y de los espacios cerrados, para cuidar la salud de la vista. Son además propuestas para todos los bolsillos, actividades sencillas que requieren poco material o material asequible. Una manera de fomentar que mediante materiales simples que se pueden encontrar fácilmente tengamos oportunidades infinitas para potenciar su creatividad.

El hecho de que sean actividades manuales permite adaptar el libro para un amplio rango de edades, pues no son actividades de lectoescritura, que potencian un tipo de creatividad concreta relacionada con la capacidad lectora. Se trata de acciones que potencian el desarrollo del niño mediante el uso de sus manos, y este uso se da durante toda la vida, así que es un libro muy válido para hermanos de diferentes edades o niños con desarrollo diferente.

Está comprobado que el uso que se hace de las manos, debido al potencial para transmitir conocimientos al cerebro que esconden (desde  pintar, dibujar, tocar un instrumento hasta actividades más simples como moldear plastilina) puede ayudar a moldear las conexiones neuronales de los niños más pequeños, sobretodo antes de los 2 años. Las actividades que implican un estímulo manual, así como las que aportan un estímulo auditivo o visual, contribuyen a fomentar  el desarrollo cognitivo general de los pequeños.