Dicen que cuando el tiempo pasa muy rápido es buena señal, pero yo últimamente no tengo esa sensación. Es más, me atrevería a decir que no estoy disfrutando todo lo que debiera, que mis hijos crecen demasiado rápido y en demasiadas ocasiones, el tiempo fluye tanto que apenas si es perceptible y me frustro.
Me frustro porque me queda ese sabor amargo de no estar saboreando vuestra infancia. Me frustro porque el ir y venir de cada día hace que incluso no aprovechemos bonitos momentos de juegos, risas y complicidades. Y me frustro porque no sé cómo cambiar esto por más que quiera hacerlo.
Un día, otro, y otro, y pasa una semana, dos y acaba el mes. Hace nada estábamos en verano y ya casi rozando la Navidad con los dedos.
Los fines de semana es cuando más intento estar con vosotros pero se me hace tan corto…
Igual soy yo que no me planifico bien, que me estoy haciendo mayor o que simplemente es así y no hay más. Pero aún así, voy a seguir intentándolo.
Voy a seguir intentando disfrutar cada momento con vosotros, voy a seguir intentando no perderme nada de vuestro día a día, así que igual tengo que aprender a dejar de lado otras cosas carentes de tanta importancia.