Hola!!! Ya estoy por aquí… os echaba de menos, la verdad! La edición pasada no pude acudir con mi cita del #AZ, pero esta ya me uno de nuevo y espero a la próxima publicar el que me falta para estar al día de este Carnaval creado por Trimadre. Las opciones cada vez son menores y hay que poner las neuronas a trabajar más duramente, peeeeeroooo, lo conseguiremos… Yes, We Can!

Hoy me aventuro con la letra T de Teorías, sí, sí, esas con las que tanta controversia hay en determinadas ocasiones, tantas posiciones encontradas y tantas disputas y si ya hablamos de temas relacionados con la maternidad, apaga y vámonos.

Pero… ¿qué es una teoría? Veamos qué nos dice el diccionario Wiki al respecto.

Una teoría es un sistema lógico-deductivo constituido por un conjunto de hipótesis, un campo de aplicación (de lo que trata la teoría, el conjunto de cosas que explica) y algunas reglas que permitan extraer consecuencias de las hipótesis de la teoría. En general las teorías sirven para confeccionar modelos científicos que interpreten un conjunto amplio de observaciones, en función de los axiomas o principios, supuestos y postulados, de la teoría.

En general es muy difícil explicar en detalle que constituye una teoría a menos que se especifique el ámbito de conocimiento o campo de aplicación al que se refiere, el tipo de objetos a los que se aplica, etc. Por esa razón es posible formular muchas definiciones de teoría.

Tampoco es mi intención hablaros de las teorías de la maternidad, hoy con esta nueva palabra, quiero transmitiros mis sentimientos, lo que me pasa por la cabeza, abrirme un poquito a todos vosotros, quizá con ello consiga desahogarme un poco también. Así que allá voy…

Cuando yo me quedé embarazada de mi primer hijo y al poco tiempo se me pasó por la idea empezar a escribir un blog, reconozco que no me puse a mirar teorías de crianza, educación, lactancia, etc. Más o menos tenía claro lo que tenía que hacer. Hoy en día soy consciente de que muchas de mis decisiones tomadas, de no haberme informado debidamente, de haberme dejado llevar en ocasiones por lo que te decía “tu alrededor”, no fueron las correctas y si pudiera volver atrás las cambiaría sin dudarlo.

No soy una persona a la que le guste pensar qué hubiera pasado si no hubiera hecho esto o esto otro, creo que hay que afrontar las decisiones tomadas en su momento, sus consecuencias y si llegas a la conclusión de que no te gusta algo o no debieras haber hecho esto otro, lo mejor NO es quedarse en el pasado, sino aprender de los errores y tratar de poner remedio y solucionarlos en el presente y futuro, estar lamentándose del pasado constantemente no trae nada bueno (este es mi punto de vista, que conste en acta).

Aún así, como os comentaba, creo que con mi primer hijo cometí muchos errores, fui demasiado “estricta” con ciertas teorías del tipo “no le cojas mucho en brazos que se acostumbrará”, “no le acuestes contigo que se acostumbrará”, “déjale llorar que no pasa nada”… ¿os suenan de algo?

A día de hoy me arrepiento y mucho de no haberle cogido cada vez que lloraba, de no haberle acostado con nosotros las noches que no se encontraba bien y otras muchas para que hubiera sentido que estamos a su lado, de no haberle comprendido mejor en ciertas ocasiones.

Aún así, reconozco que ha sido un niño buenísimo y lo sigue siendo y pese a todo es un niño muy cariñoso, que siempre está abranzándote y diciéndote lo bonita que eres mientras te da besos.

Y como de los errores se aprende y la experiencia es un grado, con mi niña fui otra diferente, tenía clarísimo qué quería hacer y cómo lo quería hacer y el “run run” de fuera no alteró para nada mi “teoría” y posición. Con ella, creo que lo he hecho todo mejor, que he aprendido de mis errores de madre primeriza y me he dejado llevar más por mis instintos maternales que por otro tipo de cosas y por lo menos, he conseguido sacar para fuera esa espinita que tenía clavada.

Hay veces que la herida sangra más o duele más profundo, y me martirizo pensando por qué no me dí cuenta antes, por qué no supe ver lo que tenía que hacer, pero cuando le veo tan feliz, risueño y tan amoroso, ese dolor se aplaca (que no es que desaparezca).

Ser madre no es fácil, por mucho que sepas, leas, te digan, porque… cada mujer, cada niño, cada familia es un mundo y el manual de instrucciones no viene por ningún sitio. Por esta razón me gusta respetar a todo el mundo, porque no todo es blanco o negro, quizá en el matiz de color está el quid de la cuestión, y son las propias madres las que deberían dar con su equilibrio sin ser presionadas, sin ser discriminadas por estar a favor de una u otra teoría, por optar por una u otra forma de lactancia, maternidad o educación, entre otras muchas cosas.

Por eso desde aquí me gustaría implorar un poco de sentido común, de respeto a quien no hace las cosas como una, no se trata de machacarnos unas a otras, sino de aportar para apoyar y ayudar.

Ahora sí, para otras muchas cosas, yo a partir de ahora me dejaré guiar por mi intuición, mi corazón y mi amor de madre y confío saber estar a la altura.

«La maternidad de la A a la Z» es un carnaval de blog iniciado por Trimadre a los Treinta que consiste en que cada madre participante describa un sentimiento al que ha descubierto un nuevo sentido con la maternidad, o una faceta de su personalidad que desconocía antes de ser madre. El objetivo es crear en red, colaborando unas con otras, un «Diccionario de madres» con el que reírnos, emocionarnos y conocernos un poco más.

Síguelo en Twitter #azdelamaternidad