Diario de una madre

Embarazo, bebés, maternidad y mucho más

Mi experiencia con la lactancia materna – Parte I

Desde el mismo instante que me enteré que estaba embarazada, tuve claro una cosa: que quería darle el pecho a mi hij@ (todavía no sabía el sexo) y esa puede ser la razón por la que me sentí tan mal cuando no pude llevar la lactancia materna a buen puerto. Mi embarazo con Álvaro fue bastante bueno, quitando los 4 primeros meses que tuve las típicas nauseas y vómitos, bastante intensas, por cierto, pero en cómputo general muy bien, ya que no tuve nada raro ni demasiados dolores ni contracciones hasta el día que me puse de parto.

Durante el embarazo se me alteró la tiroides (TSH) y en el último trimestre me dio el azúcar un poco alta (intolerancia a la glucosa) y tuve que controlarme. Pese a este panorama, y que tanto ginecóloga como endocrina me advirtieron que nacería antes (por la tiroides y la diabetes gestacional), mi bebé creció bien, incluso por debajo del peso en algunos meses y no decidió nacer hasta la semana 42.

El parto, en cambio, no fue nada bueno: el pequeño empezó a tener taquicardias cuando llevaba 8 cm de dilatación y el oxigeno que le llegaba empezaba a ser insuficiente, por lo que me metieron al paritorio y tras episiotomía, fórceps y desgarros varios, nació mi primogénito. Sus marcas en la cabecita de los fórceps tras varios intentos por sacarle y mi extenuación por el momento más la hora que estuvieron cosiéndome eran los signos más evidentes de que no había sido el parto perfecto. No obstante, eso no era lo importante, lo importante era que mi niño estaba bien y rápidamente se agarró a mi pecho. Satisfacción maternal cumplida. Pero no todo era tan bonito.

Durante los tres días que estuve en el hospital, le ponía a cada momento y ya desde el principio noté que algo no iba bien, aunque mi inexperiencia en esta materia jugara mucho a su favor. Primeros dolores en el pezón, primeras grietas y ponerle a lactar era un sufrimiento para mí, un dolor que se intensificaba cada día. Pedí asesoramiento, me enseñaron varias posturas, me decían que el niño se agarraba muy bien y que era cuestión de estimular más, así que más le ponía yo y más lo intentaba pero el niño a partir del cuarto día lloraba sin parar, no se tranquilizaba con nada, bueno, con nada salvo cuando estaba lactando, pero era quitarle y ponerse a llorar. A esas alturas yo no podía más, los pezones en carne viva y cada vez que le tenía que poner, mordía un lápiz para tratar de soportar el dolor. Si a esto le unimos que no me podía sentar, no me podía doblar ni hacer el esfuerzo de coger a mi hijo en brazos por mí misma, esos primeros días os aseguro que fueron horribles. Tenía una doble contrariedad: feliz por mi bebé, pero lloraba a cada momento por todos los contratiempos.

Fui al pediatra, pedía ayuda a la matrona y a la enfermera y la respuesta de todos fue la misma: ten un poquito de paciencia, que ya te tiene que estar al subir la leche, piensa que con el calostro tu hijo está alimentado. En un momento de desesperación, mandé a mi marido a comprar leche de fórmula y le hicimos su primer biberón, pero él no quería un biberón, él quería mi teta, así que no le volvimos a dar bibe y continuamos como estábamos. Total, que así seguimos varios días más hasta que a todo este panorama se le unió estreñimiento del pequeño (al parecer no había terminado de expulsar todo el meconio y estaba bastante atascado el pobre) y no paraba de sonarle las tripas. Fuimos al hospital de urgencias y tras hacerle pruebas de todo, apareció la primera indicación evidente de que algo no iba bien: había perdido desde que salimos del hospital, 4 días, más de un kilo. Le sondaron para ayudarle a expulsar las heces que tenía atascadas y esa noche los lloros por lo menos nos dieron una tregua, con lo cual pensamos que eran gases y estreñimiento lo que tenía.

A los dos días, todo seguía igual salvo que los llantos no cesaban menos cuando estaba lactando. Quería estar agarrado a la teta a todas horas (mi marido decía que no era tonto) pero yo ya había llegado a un punto que no lo soportaba. Esa noche, el llanto del niño era desgarrador, no había forma de calmarle con nada y allá que nos fuimos de nuevo al hospital pensando que eran otra vez gases. Una vez allí, volvieron a sondarle, volvieron a hacerle pruebas de todo y esta vez, además de seguir perdiendo peso, los niveles de oxígeno y alguna otra cosa no eran los indicados y ya se sentaron conmigo a hablar, a tranquilizarme, a preguntarme cómo le daba el pecho, cuánto tiempo estaba y con qué frecuencia. Me dijeron que me lo pusiera al pecho y me confirmaron que se cogía muy bien (yo los pezones no los podía tener peor)…

Continuará…

COMENTARIOS

4 COMENTARIOS to “Mi experiencia con la lactancia materna – Parte I”

  1. Aroha
    octubre 5th, 2012 @ 10:30

    Te digo lo mismo que en la II parte, me ha encantado.

  2. Madre primeriza
    octubre 7th, 2012 @ 19:37

    Muchas gracias Aroha. Me alegro mucho que te haya gustado.

  3. Diana
    octubre 9th, 2013 @ 23:35

    Vaya, la verdad es que soñamos con el parto y la lactancia perfectos y a veces no sucede. Yo reconozco que he tenido suerte, mis partos y lactancias han sido fáciles y sin contratiempos, pero en lo casos así, donde todo se complica y se hace cuesta arriba….yo no sé que habría hecho.
    Me voy corriendo a leer el desenlace

  4. Madre primeriza
    octubre 10th, 2013 @ 22:55

    Sí, en el momento es duro y a veces no tomas la mejor decisión, pero hay veces en las que todo te supera o no puedes más. Aún así, creo que de todo se aprende y se sacan aspectos positivos.

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