Con dos hijos, todo es mucho más fácil. El camino ya lo tienes andado y el recorrido te es conocido y, por lo tanto, más asequible.
Pero una cosa es cierta: el tiempo, tú tiempo, se esfuma como por arte de magia. Estás más cansada, no te da tiempo a hacer tus cosas, a dedicarte tiempo o simplemente a ducharte tranquilamente.
En mi caso, siempre tengo a mi princesa delante…JAJAJA, viendo cómo me ducho y feliz de estar a mi lado.
Haciendo repaso de estos catorce meses de Paula, admito que no he sido consciente de la velocidad a la que me ha pasado el tiempo y a veces tengo la sensación de no poder dedicarle todo el tiempo que me gustaría, pero es que una ya no da más de sí.
Así que cuando llega la noche y el ritmo acelerado de baños, cenas, juegos y cuentos (no siempre en ese orden) se termina, caigo en el sofá muerta y no hay quien me mueva.
Fuente: Fotomaf