Bebe feliz con su mama

El primer mes de guardería de Álvaro lo puedo valorar como un éxito. Mi pequeño está totalmente integrado en su día a día en la guardería. Sus profesoras además me han dicho que están sorprendidas de su evolución tan favorable en poco tiempo y que está muy implicado en todo: participa, juega, comparte, canta, pinta, etc.

Realmente me ha sorprendido que esa adaptación se produjera tan rápido y más conociendo a mi hijo, pero así es.

Después de los primeros días de actitud un poco rebelde, lloros, no querer dormir, no comer mucho, no relacionarse con el resto de niños, el cambio ha sido tan radical que ha sido imposible que pase desapercibido.

Supongo que la rutina diaria, el saber que no hay otra cosa y la paciencia y ternura de las educadoras han contribuido a que Álvaro esté a gusto, feliz y quiera quedarse en la guardería todas las mañanas.

Ayer me pasó una cosa curiosa. Fui a recogerle como todos los días y al verme, a diferencia de los días anteriores, que acudía a mí nervioso, corriendo y llamándome, siguió jugando tan feliz sin hacerme caso. Al rato de estar allí hablando con la profesora, se levantó y vino hacía mí. Supongo que cuando un niño quiere permanecer en su sitio jugando es porque está contento y feliz.