Desde el preciso instante en el te quedas embarazada, tu cuerpo sufre una serie de cambios hormonales considerable.
Aunque a veces no te des cuenta, todo en tu interior se empieza a preparar para fecundar, alimentar, cuidar y proteger a un ser indefenso y pequeño para que en un tiempo puedas darlo a luz y seas tú la que te encargues de todo.
Pero aún así, tu cuerpo sigue con sus tareas y, así por ejemplo, desde el nacimiento, prepara tus pechos para proporcionar al bebé la leche materna necesaria para alimentarlo.
Este alimento es primordial para los primeros meses del bebé, ya no solo por el hecho de alimentarlo, sino porque a través de esta lactancia materna, le aportas a tu hijo todos los nutrientes y defensas que necesita en estos primeros meses de vida y que con otras alimentaciones no se consigue.
De ahí la importancia de alimentar a tu bebé con el pecho siempre y cuando se pueda.
Además, este hecho estrecha aún más la relación madre-hijo, creando un vínculo aún mayor entre ambos y un momento especial en cualquier madre.