Mi hijo se retrasó hasta la semana 41, cuando todos los médicos me habían dicho que se me adelantaría por lo de la diabetes gestacional y la tiroides. Pero bueno, al final llegó de pronto. Y ese momento fue la noche del día 14 de marzo, día de mi cumpleaños.

Bebe colocado

Mi hijo me había querido dar mi mejor regalo de cumpleaños. La tarde previa había estado paseando con mi madre durante más de 4 horas, porque me habían recomendado que andara mucho, ya que apenas tenía contracciones.

La verdad es que tenía una inquietud. Hasta el momento en el que me puse de parto, no había tenido ningún dolor fuerte ni había notado contracciones y, realmente, no sabía si iba a saber cuándo me iba a poner de parto, o cuándo tendría contracciones continuadas. ¡Pero no os preocupéis, que os daréis cuenta!

Esa noche me acosté y a las dos o tres horas me desperté mojada y con unos dolores fuertes en los riñones, que fueron intensificándose en cuestión de minutos. Era el momento, había roto la bolsa y el líquido amniótico caía cada poco tiempo sin poder controlarlo.