La temperatura corporal del bebé es diferente a la de un adulto, sobre todo, hasta el año o año y medio de edad. Debido a que su cuerpo está en constante evolución y desarrollo, todavía no es capaz de eliminar este calor.
La forma de controlar perfectamente la temperatura de tu bebé, es a través del recto. Normalmente, para controlar la temperatura, solemos poner el termómetro en la axila del pequeño, pero puede darse el caso de que el niño experimente sudores fríos y no consigamos saber con exactitud si tiene fiebre.
Los bebés tienen una temperatura corporal mayor que la nuestra. Así por ejemplo, un bebé con 37,5 º no es motivo de preocupación.
Si dicha temperatura aumenta de 37,5º hasta los 38,5º, es necesario controlar al bebé en todo momento y ver si la fiebre aumenta o disminuye.
Es a partir de 38,5º cuando se considera que el bebé tiene fiebre y tenemos que hacer lo posible para que baje, bien administrándole un antipirético como el paracetamol (apiretal) o bien desabrigándolo y colocándole un paño húmedo en la frente y ofreciéndole agua, ya que con la fiebre, los niños pierden mucho líquido.
No obstante, es aconsejable consultar al pediatra antes de administrar ningún medicamento al bebé. Si una vez realizados estos consejos, no le ha bajado la fiebre, acudir al centro de salud es lo más conveniente para determinar la causa febril.