De todos es sabido que los niños y, con más razón los bebés, se acaban cansando de todo. Lo que momentos antes había sido una gran curiosidad, pasa a ignorarlo en cuanto lo ha cotilleado, se lo ha llevado a la boca y se lo ha pasado de una mano a otra.
Por eso, siempre estoy pensando qué otras cosas puedo hacer para sentarme a jugar con él y que se entretenga un ratito. Así que decidí hacerle un baúl de los tesoros.
Le compré una cesta de mimbre, aunque también sirve una caja de cartón o cualquier otro recipiente que tenga tapa y no se vea lo que haya en el interior.
Entonces, hay que echar en el interior utensilios y objetos que él pueda coger para que los vaya explorando: cucharas de madera y metal, botes vacíos de plástico, cajas de metal, funda de gafas, cacerolas o vasitos pequeños, etc.
Esto tan simple les vuelve locos, sobre todo cuando empiezan a querer coger todo y observarlo.
Cuando hayáis terminado, decirle que hay que guardarlo todo para la próxima vez y lo vais metiendo todo en la cesta. Cuando lo volváis a sacar para jugar, intenta que haya cosas nuevas para volver a llamar su atención y que quiera ir sacándolo todo de nuevo.
Es algo supersencillo y fácil de jugar y, en plena etapa de descubrimiento, es ideal para los bebés a partir de 6 meses.