Antes de nada, es primordial haber esterilizado previamente el biberón y la tetina a utilizar.

Dar el biberon al bebe

Una vez esto, ten por rutina colocarte en el mismo sitio a ser posible, para que el niño lo reconozca y esté tranquilo.

Tener una iluminación adecuada (luz tenue) es muy importante para crear un ambiente relajado e íntimo entre madre e hijo (o padre, por supuesto).

Poner de fondo música clásica para bebés, por ejemplo, también es una buena opción para que tu pequeñín esté sereno.

El biberón no tiene que quemar, tiene que estar templado. Una forma rápida de saber si está bien es dejar caer unas gotitas de leche en tu mano junto al pulgar. Si notamos que está muy caliente, habrá que dejarlo enfriar un poquito antes de ofrecérselo al bebé, ya que podríamos hacer que se queme al tragar.

La tetina tiene que estar llena de leche. Con esto, evitamos que el bebé trague aire y le produzca molestias con los gases.

Cuando haya terminado, es muy importante dedicar todo el tiempo que sea necesario a ayudar al niño a expulsar los gases, dándole pequeños golpecitos suaves en la espalda. Dichas palmaditas se tienen que hacer con la mano hueca para no hacerle daño en su espaldita.

Primero con el pecho (en caso de haberlo dado) y, más tarde con el biberón, son momentos donde se crean unos vínculos afectivos muy importantes para el bebé. Una caricia en la cara, en su pecho o simplemente en su manita, así como dedicarle palabras de dulzura, contribuyen a un ambiente especial para el futuro de tu bebé.

Es de vital importancia que el ambiente esté tranquilo, ajeno de ruidos, stres, gritos o nervios, ya que los bebés son muy sensibles a todos estos detalles, lo que le provocará cólicos o molestias que no le dejarán descansar más tarde.