El amor de una madre hacia su hijo es algo que no se puede describir con palabras. El propio egoísmo o cualquier otro estado, se transforma en caricias, cuidados, besos y un dar sin importar recibir nada a cambio.
El instinto materno de una madre puede llegar hasta límites insospechados, por el mero hecho de cuidar, alimentar, ver feliz y proporcionarle todos los cuidados y atenciones que necesite su hijo, dispuesta a sacrificarse por él si fuera necesario.
La satisfacción de ser madre, de proteger y abrazar a tu bebé cuando lo necesita, crea unos lazos irrompibles entre madre e hijo. Y este vínculo se forja, sobre todo en las primeras horas después del parto.
Tras unos meses con tu bebé, te das cuenta que tu instinto va creciendo y creciendo. Apenas un movimiento de tu niño o una mueca para saber qué quiere o qué necesita. No existen reglas ni fórmulas secretas, cada madre desarrolla su instinto de forma diferente pero, al fin y al cabo, sabe que está ahí y que llegará hasta donde haga falta por su hijo.
A lo mejor, es como el sexto sentido. Sabes que está ahí pero no lo ves.
abril 15th, 2009 @ 15:05
Hola, me encantó leer tus notas, realmente conmovedor este post sobre el instinto materno, un tema que ha sido estudiado y hasta discutido por psicólogos y sociólogos, saludos!
abril 15th, 2009 @ 15:55
Hola, muchas gracias por tu comentario. Me alegro que te gustara tanto este post. La verdad que es uno de los temas más conmovedores en la relación madre-hijo y con muchos parámetros de estudio. Supongo que me salió del alma, jeje.
Un saludo.