Cuando decidimos llevar a nuestro bebé a una guardería, tenemos que estar preparadas y ser conscientes de que el primer año va a estar más tiempo malito y en casa que en la guardería.
Intentar obviar este tema o pretender que nuestro pequeño no se contagie al contacto con los otros niños, es un error bastante común entre las madres primerizas, entre las que me incluyo.
Todas queremos lo mejor para nuestros hijos, pero también es cierto que estas enfermedades les ayudan a inmunizarse y a crear los anticuerpos necesarios para las próximas veces.
Por mucha higiene y cuidado que el personal docente y el centro infantil en cuestión tengan, no será suficiente para evitar que el primer año del bebé en la guardería sea un constante ir y venir de mocos, entre otras cosas.
Los niños se intercambian los chupetes, juegan con los mismos juguetes, se meten todo a la boca, y lo más importante, un niño enfermo, ya sea con un simple constipado, es un foco de contagio para el resto.
Muchos padres no tienen otra opción que dejar al niño en la guardería, aunque este esté malito, ya que no se pueden ausentar del trabajo. Esto provoca que el contagio al resto sea aún más inminente.