¿Quién no se acuerda de la emoción de irse a al cama la noche de nochebuena sabiendo que al despertarnos tendremos los primeros juguetes de Papá Noel bajo el árbol de Navidad? Aunque hayan pasado muchos años desde que éramos niños, creo que esta sensación es algo que nadie olvida nunca.
Conforme nos vamos haciendo mayores, perdemos esa ilusión infantil que tanto nos emocionaba de pequeños, pero ahora con nuestros hijos tenemos la oportunidad de volverla a recuperar. Ya no porque nos traigan regalos a nosotros, que también nos hace ilusión, sino por ver la carita de nuestro hijo al despertarse y ver todos los regalos bajo el árbol.
Es en ese momento cuando una dosis extra de adrenalina nos invade y sólo deseamos que lo que hemos decidido que Papá Noel o los Reyes Magos le regalen a nuestros hijos les guste tanto o más que a nosotros. Ver sus caritas rebosantes de alegría y felicidad, de entusiasmo por abrir los paquetes y ponerse a jugar con ellos. Sin lugar a dudas, una sensación que seguro no cambiarás por nada en el mundo.
Son días de magia para los más pequeños, pero también para los adultos. Es más, tu forma de ver la Navidad, tu espíritu, la magia, las veladas en familia o la espera de los regalos es lo que le estás transmitiendo a tu niño, de ahí que os aconsejo viváis y sintáis esta época llena de magia como si fuerais niños otra vez, ya que esto hará mella en vuestro hijo y vivirá estos días mágicos como un sueño lleno de fantasía e ilusión.